Por Sin Reservas
La Asamblea General de las Naciones Unidas declaró este año como “Año Internacional de las Legumbres (leguminosas)” con el propósito entre otros, de estimular el consumo a nivel mundial de las leguminosas entre las cuales están la habichuela y el gandul que suplen de proteínas de origen vegetal, micronutrientes, fibra y antioxidantes para corregir deficiencias en las dietas modernas.
A pesar de los daños reportados en la producción de habichuelas y de gandul, como consecuencia del fenómeno del Niño que azota Centro América y el Caribe, la siembra de las variedades de estas leguminosas puede ser rentable si se utilizan tecnologías modernas, como el uso de variedades mejoradas, desarrolladas por investigadores dominicanos del Instituto Dominicano de Investigaciones Agropecuarios y Forestales (IDIAF) y se conforma una estructura de mercado para exportación.
De acuerdo a los especialistas, doctora Graciela Godoy de Lutz y el ingeniero agrónomo Fernando Oviedo, investigadores del Idiaf con asiento en la Estación Experimental de Arroyo Loro en San Juan de la Maguana, nuestro país debe aprovechar las oportunidades que nos ofrecen el libre mercado y en especial el acuerdo con el DR-CAFTA, con el que podríamos exportar habichuelas rojas tipo Pompadour, única en la región, para consumo de los dominicanos en territorio norteamericano y Panamá.
Los requerimientos para exportar leguminosas son mínimos comparados con los que se exigen para frutos y vegetales.
Igualmente, otros tipos granos de coloración negra, blanca y jacomelo podrían ser exportados a las islas del Caribe y Europa, respectivamente. Igualmente, se podrían aprovechar los tipos de gandul de grano grande e insensible al fotoperiodo para la industria de enlatados y otros de variada coloración que imprime una mayor oferta para la diversidad culinaria.
La doctora Godoy de Lutz, plantea que debemos estudiar con mayor profundidad el mercado internacional de las leguminosas y nichos potenciales ya que los precios dependerán del tipo, coloración y calidad del grano, y que contrario a la creencia, los consumidores en Estados Unidos pagan las habichuelas rojas o jacomelo más caras que aquí y en nuestro país tenemos un buen potencial de productividad y calidad de estos tipos, siempre y cuando los productores siembren nuestras variedades mejoradas y se adhieran estrictamente a las recomendaciones de manejo.
La investigadora señala que uno de los retos que enfrentamos cuando liberamos nuevas variedades específicas para los problemas del país, es que en el proceso de la comercialización las leguminosas son mezcladas con otras que son genéticamente diferentes, pero con una misma coloración. Tampoco, se distinguen las que son producidas para semilla, que requieren criterios más estrictos que la de los granos para consumo.
De su parte, el ingeniero Oviedo señala que lo mismo sucede con el gandul revelando que no existe un sistema de producción de semilla bien estructurado ni proveedores confiables que preserven la uniformidad genética ni la calidad sanitaria de la semilla, sobre todo cuando existe una alta incidencia en la polinización cruzada por insectos (abejas) que puede superar el 30%.
Otro mercado potencial es la producción de semilla, que podría ser la base de la creación de microempresas con grupos de productores que sean asesorados por el Idiaf y multipliquen semilla de variedades resistentes al Mosaico dorado amarillo, tales como la ‘DPC40-Idiaf’, Chalona I y las variedades de gandul sensible e insensibles al fotoperiodo como las variedades ‘Arroyo Loro Idiaf’, ‘Idiaf Navideño’ e ‘Idiaf Primor’. La semilla de estas variedades es demanda por las ONG y compañías privadas de Haití o se podría suplir al estado en los programas para la seguridad alimentaria o a las asociaciones de productores locales.
Aprovechando que es el Año Internacional de las Leguminosas y para darle un carácter más técnico y empresarial, los investigadores sugieren la creación de un grupo consultivo que incluya los técnicos especialistas y los demás participantes de la cadena productiva y comercial para el diseño de estrategias para aumentar la rentabilidad de las leguminosas sobre la base de las recomendaciones técnicas y la exploración de nuevos nichos mercado a nivel internacional.
Los expertos, ambos con más de 25 años de experiencia en leguminosas, recuerdan que gracias a la investigación local ambos cultivos han pasado de ser cultivos de sustento a una cadena productiva considerando necesario invertir más recursos económicos en programas de investigación de manera continua y estable para renovar la base genética y enfrentar el cambio climático, además de una capacitación de técnicos y productores en estos cultivos.
Ambos investigadores sugieren desestimar la idea de eliminar la siembra de leguminosas, ya que ambos cultivos son importantes para la seguridad alimentaria y son necesarios como parte del manejo de suelos al contribuir a la fertilidad por el aporte de microorganismos que fijan nitrógeno y absorben el fósforo para el aprovechamiento de las plantas.
La doctora Godoy de Lutz es fitopatóloga y colaboradora en proyectos internacionales en Estado Unidos y África. En tanto el ingeniero Oviedo, tiene maestría en fitomejoramiento y ha sido asesor en Haití para agencias internacionales en promoción del uso de las leguminosas.